Lo creó un tal general Leslie Rundle, gobernador inglés de Malta, en 1915. Tiene altos árboles, especialmente palmeras, un pequeño anfiteatro en el que se hacen representaciones, un espacio de juegos infantiles, una fuente que preside el conjunto y le da frescura en verano... y dos cosas muy útiles: wifi libre y baños públicos en perfecto estado. Lo de los baños públicos parece indigno de ser mencionado, pero no hay pueblo sin ellos, a menudo más amplios, cómodos y limpios que los de la mejor cafetería y son, en mi opinión, una prueba de civismo personal y bienestar público.
Villa Rundle está dividido en cuatro partes, que corresponden a cada una de las estaciones del año, y son los jardines más mimados que he visto jamás. Cada mañana, bien temprano, una tropa de jardineros se afana en mantenerlos limpios, variando constantemente las flores, que no faltan nunca y que, a menudo, impregnan de perfume, no sólo el parque sino la calle más céntrica de Victoria, en la que se encuentra su entrada principal.
Malta cuenta con algunos jardines dignos de ser visitados, como los Buskett Gardens, auténtico espacio natural dominado por el impresionante Palacio Verdala, el jardín botánico de San Anton; el exhuberante Parisio Garden, en el que las flores participan del barroco maltés, el exótico Bird Park y, por supuesto, los Barrakka Gardens desde los que se domina el puerto de La Valetta; pero Gozo ofrece su Villa Rundle con la sencillez y el encanto que definen la propia isla, pensado para que quienes entren en él se sientan a gusto, en paz, en armonía; y a ello contribuye la presencia o, mejor, la necesaria convivencia, con sus numerosos, bien cuidados y amigables gatos.
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