Esther Bajo

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Periodista, madre y amante de las palabras, los guijarros y la filantropía. Desde adolescente he tenido una intensa actividad cultural y política. Comencé trabajando en Radio Nacional en León y, durante veinticinco años, he trabajado en distintos medios escritos. Fue decisivo mi paso por Diario 16 Burgos, donde, bajo la dirección de José Luis Estrada Liébana, un grupo de excelentes periodistas, escritores y artistas, pudieron expresarse con tanta libertad como coraje. Mi trabajo allí me valió algunos reconocimientos, como mi inclusión en el “Diccionario de la Cultura de Burgos” (Fernando Ortega, Editorial Dossoles) o la publicación de un libro sobre el suplemento cultural que puse en marcha y dirigí (“El Dorado de Castilla”, Fernando Ortega y Carlos de la Sierra). Tras la muerte de mi marido y de mi madre me trasladé con mis hijas a la isla mínima de Gozo, en Malta, donde he vivido cinco años. De vuelta a León, he publicado el libro de poesía “Duelo” (editorial Multiverso), la novela "Misterios Gozosos" (Editorial Amarante) y el ensayo "Ven y Mira" (editorial Reino de Cordelia). Sigo escribiendo y doy clases de Español a inmigrantes, como voluntaria.

GOZADAS / El jardín flotante

 Llamar a Gozo un jardín flotante es, quizá, mucho decir, pero no en primavera. Es verdad que la escasez de lluvia y el constante viento no permiten que la isla sea un vergel, pero la tenacidad de los agricultores, que no se han dejado seducir por la posibilidad de convertir sus huertos en bloques de apartamentos, hacen que la isla se tapice de verde cada primavera. Las flores no faltan durante ninguna estación del año, pero a partir de marzo se desmelenan. La urbanización en forma de casas bajas de dos o tres alturas, con patio en cada edificio, favorece la profusión de jardines y pequeños huertos en los centros urbanos. Y en el centro del centro, hay un hermoso jardín público, Villa Rundle, en medio de la capital, Victoria o Rabat, que ocupa el ombligo de la isla.

Lo creó un tal general Leslie Rundle, gobernador inglés de Malta, en 1915. Tiene altos árboles, especialmente palmeras, un pequeño anfiteatro en el que se hacen representaciones, un espacio de juegos infantiles, una fuente que preside el conjunto y le da frescura en verano... y dos cosas muy útiles: wifi libre y baños públicos en perfecto estado. Lo de los baños públicos parece indigno de ser mencionado, pero no hay pueblo sin ellos, a menudo más amplios, cómodos y limpios que los de la mejor cafetería y son, en mi opinión, una prueba de civismo personal y bienestar público.

Villa Rundle está dividido en cuatro partes, que corresponden a cada una de las estaciones del año, y son los jardines más mimados que he visto jamás. Cada mañana, bien temprano, una tropa de jardineros se afana en mantenerlos limpios, variando constantemente las flores, que no faltan nunca y que, a menudo, impregnan de perfume, no sólo el parque sino la calle más céntrica de Victoria, en la que se encuentra su entrada principal. 

Malta cuenta con algunos jardines dignos de ser visitados, como los Buskett Gardens, auténtico espacio natural dominado por el impresionante Palacio Verdala, el jardín botánico de San Anton; el exhuberante Parisio Garden, en el que las flores participan del barroco maltés, el exótico Bird Park y, por supuesto, los Barrakka Gardens desde los que se domina el puerto de La Valetta; pero Gozo ofrece su Villa Rundle con la sencillez y el encanto que definen la propia isla, pensado para que quienes entren en él se sientan a gusto, en paz, en armonía; y a ello contribuye la presencia o, mejor, la necesaria convivencia, con sus numerosos, bien cuidados y amigables gatos.





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